Dios los bendiga en Cristo Jesús.
En David y Saul, tenemos claro ejemplo de arrepentimiento verdadero y falso.
Saul, ante la reprensión de Samuel, se justifica una y otra vez, al punto de hasta cuestionar lo que Dios le está diciendo por medio del profeta, afirmando que no es verdad, sino que él obedeció a Dios. Finalmente dice "he pecado" pero rápidamente salen unas palabras de su boca que lo revelan todo, él estaba preocupado en su posición, en lo que los demás dirían, en otras palabras, él está preocupado por si mismo, su "dolor" es por por su reputación delante del pueblo.
David cuando fue reprendido por el profeta Natan, su corazón se rasgó en mil pedazos, su profundo dolor, lo podemos ver en Salmos 51, radica en su conocimiento e intimidad con el Señor, a él no le importaba su reputación, ni lo que los demás dijeran, el estaba profundamente triste, porque había pecado contra su Dios, justo y bueno, que todo el tiempo estuvo a su lado, el pecó contra la Santidad del Altísimo, no le importaba perder el reino, lo único que no quería perder era el Espíritu Santo, no le importaba ser desechado por los hombres, sino que Dios no lo expulsara de su presencia, por eso ruega piedad y misericordia.
Hace una confesión, la cual describe con exactitud la condición de todo hombre desde que es concebido y nace.
Cuán necesario es que esto suceda, para que ningún hombre se jacte delante de su presencia.
Necesitamos este poder del Espíritu Santo al predicar, el cual convence de pecado.
Por eso el Señor por medio del Evangelio manda a todo hombre en todo lugar, a que se arrepienta y crea en Jesucristo.
En la autoridad que el Señor nos ha dado, no para destruir, sino para edificar, te exhortamos a que te arrepientas sin mirar los años que crees tener de cristiano, los títulos y obras.
Si me diera cuenta, que hace cinco segundos fui salvo de verdad, sería el hombre mas feliz del universo, a que seguir encadenado por el orgullo y engaño, creyendo ser lo que no soy.
Dios les bendiga.